
¡Bienvenido, hermano! En este artículo, espero ayudarle a desarrollar un entendimiento más completo del Primer Misterio Gozoso del Santo Rosario, la Anunciación del arcángel de Dios, San Gabriel, a la Santísima Virgen María. Según el Evangelio de San Lucas, el Arcángel San Gabriel se le apareció a una joven virgen hija de Israel, de unos 13 años, llamada María, la cual ya estaba desposada en matrimonio con su marido, San José. Esta tradición del compromiso matrimonial en el judaísmo del primer siglo requería que los esposos, ya completamente casados, vivieran separados el uno del otro, por un tiempo, mientras se preparaban para la segunda y última etapa del matrimonio. Como tal, en el momento de la Anunciación de San Gabriel, la Virgen María ya estaba en la primera etapa de su matrimonio con San José, la etapa de los esponsales. Por eso, vivía separada de él en la casa de su familia en Nazaret de Galilea. De hecho, según la Tradición, los padres de la Virgen María, San Joaquín y Santa Ana, tenían allí una casa, pero es posible que para entonces ya hubieran muerto, considerando que la habían recibido de Dios en su vejez. Aunque San Lucas no se refiere específicamente que la Virgen María vivió en la casa de su familia en Nazaret, esta era la costumbre tradicional de una joven virgen comprometida con su esposo en matrimonio. Viviría en su casa familiar durante esta primera etapa del matrimonio. Y sólo así después de haber terminado con esta primera etapa se podría mudar a la casa de su esposo para la segunda y última etapa matrimonial.
Según la Tradición de la Iglesia, en el momento de la Anunciación de San Gabriel a la Virgen María, María acababa de mudarse a su hogar en Nazaret, después de haber cumplido su servicio al Señor como virgen consagrada en el Templo de Jerusalén. Años antes, los padres ancianos de María, Joaquín y Ana, los cuales habían sufrido de esterilidad a lo largo de su matrimonio, prometieron al Señor en oración que, si Él los hacía fértiles en su acto matrimonial ayudándolos a concebir y tener un hijo, consagrarían a este niño al Señor en el Templo en Jerusalén. Después de escuchar su oración, el Señor les reveló, a través de Su ángel, que los bendeciría. De hecho, les prometió que, por su gracia, darían fruto al concebir y dar a luz una hija en su vejez. Por lo que, después de que tuvieron a su hija, María, aproximadamente un año después, finalmente la consagraron al Señor como virgen al presentarla a los sacerdotes en el Templo de Jerusalén cuando solo tenía 3 años, tal como le habían prometido al Señor. Cada año la Iglesia celebra esta Fiesta de la Presentación de la Virgen María en el Templo.
En esta tradición, una hija de Israel, como María, que fue consagrada al Señor como virgen del Templo, permanecería allí durante unos 10 años sirviendo al Señor, cumpliendo ciertas responsabilidades relacionadas con la liturgia, bajo la tutela y formación de mujeres maduras del Templo. Estas responsabilidades incluían la creación y reparación de vestiduras litúrgicas; la limpieza; y la participación en la oración litúrgica. Después de completar este servicio en el Templo, la niña israelita estaría lista para el matrimonio más o menos a la edad de 13 años. Normalmente, sus padres arreglarían el matrimonio de su hija, pero los sacerdotes del Templo también podían ayudar en este arreglo, como en el matrimonio arreglado de la Virgen María con San José. Así, una hija virgen de Israel dejaría el Templo de Jerusalén para desposarse con su esposo en un matrimonio arreglado. Esto fue verídico en el caso de la Virgen María, ya que ella misma estaba comprometida en un matrimonio arreglado con su esposo, San José, después de haber completado su servicio en el Templo. Este matrimonio sería singular. En su caso, la virginidad sería perpetua a lo largo de su matrimonio con San José, y no solamente durante sus 10 años en el Templo. Por eso, el día que sus padres la consagraron al Señor en el Templo a la edad de 3 años, la Tradición de la Iglesia profesa que la Virgen María, por una gracia singular de Dios, en su primer acto racional y libre como ser humano, se comprometió a la virginidad perpetua por el resto de su vida natural. Esto significa que ella ciertamente sabía que su matrimonio con San José seria virginal, perpetuamente.
Según la historia, cuando la Virgen María se acercaba al final de su mandato en el Templo, los sacerdotes allí, inspirados por el Espíritu Santo, la prepararon para vivir su vida virginal perpetuamente después de su servicio en el Templo. De hecho, hicieron preparativos para que ella cumpliera su voto de virginidad perpetua disponiendo que se casara con San José, un hijo de David, en un matrimonio virginal de por vida. Esta historia de la tradición no dice que los padres de la Virgen María, Joaquín y Ana, ayudaron a arreglar su matrimonio, acaso porque ya habían muerto, pero los padres de Israel, en general, sin duda habrían estado involucrados en este arreglo, según la práctica israelita. Esta práctica de los padres israelitas es relatada muchas veces en Israel por los autores inspirados de la Sagrada Escritura. Como tal, después de que la Virgen María se comprometiera en matrimonio arreglado con San José en Jerusalén, se mudó a la casa de su familia en Nazaret, la casa de sus padres, para la etapa desposoria del matrimonio en preparación para la segunda y última etapa.
San Lucas comienza a contar su historia de la Anunciación aquí. Como él recuerda, algún tiempo después de que la Virgen María se mudara a Nazaret, el ángel, San Gabriel, se le apareció a ella en la Anunciación. Según San Lucas, San Gabriel fue enviado por Dios a esta virgen de Nazaret, la Virgen María, la cual ya estaba desposada en matrimonio con un hombre de la casa de David, su esposo San José (Lucas 1:26-27). En esta aparición, San Gabriel, en primer lugar, la saludó, diciendo: “¡Alégrate, llena de gracia! El Señor está contigo” (Lucas 1:28). La llamó con este nombre o título, llena de gracia, porque Dios mismo la había llenado de gracia desde su inmaculada concepción. Por eso, al dirigirse a la Virgen Maria como tal, San Gabriel le estaba diciendo que el Señor siempre había estado con ella desde su creación, incluso en la Anunciación. En segundo lugar, San Gabriel le anunció a Maria que sería madre al concebir y dar a luz al Hijo de Dios como hombre. Este hombre, Jesús, el Hijo de Maria, sería el Mesías (Lucas 1:31), el Hijo de David, que reinaría sobre el pueblo de Dios, el pueblo de Israel, para siempre (Lucas 1:33). Según San Lucas, la Virgen María se preocupó al recibir este mensaje, lo cual sugiere que ella también tuvo miedo de la idea de concebir y tener un hijo en su matrimonio con San José, porque, en su mente, esto significaría que ella perdería su virginidad. Como virgen que ya había hecho su voto de virginidad perpetua años antes en el Templo de Jerusalén, naturalmente, al principio, la Virgen María, no entendió fácilmente el anuncio de San Gabriel de que ella sería madre. Después de todo, ¿cómo podría convertirse en madre siendo virgen perpetua en su matrimonio con San José? Por eso, después de la Anunciación, San Lucas cuenta que la Virgen María, comprensiblemente, le preguntó a San Gabriel (Lucas 1:34): “¿Cómo puede ser esto, pues no conozco varón?” Por supuesto, el Evangelio de San Lucas, fue escrito en griego, pero originalmente María habría hecho esta pregunta en hebreo o arameo. De hecho, la segunda cláusula de la pregunta de María, “No conozco varón”, es un modismo del hebreo y arameo. Este modismo significa que María misma es una virgen que no conoce sexualmente al hombre. Por un lado, como hija fiel de Israel, habría usado diariamente el hebreo para orar a Dios y proclamar la Torá. Por otro lado, también habría usado el arameo con regularidad, considerando que era el idioma principal en Galilea en aquel tiempo. Así, al recordar la segunda cláusula de la pregunta de María, “No conozco varón”, usando el tiempo presente continuo en griego, San Lucas está basando su recuerdo en una tradición oral del hebreo o arameo, en el participio activo, que se refiere a la permanencia del continuo estado o disposición virginal de María en el presente de no conocer varón. En sí, la pregunta de María, “¿Cómo puede ser esto, pues no conozco varón?”, realmente significa, “¿Cómo puede ser esto, pues nunca conoceré varón?” Lo cual sugeriría el voto permanente de María de su virginidad perpetua. De hecho, ella no habría tenido ninguna razón para hacerle esta pregunta a San Gabriel si ella misma no hubiera hecho ya un voto de virginidad perpetua. Como tal, su pregunta aquí sugiere su voto de vivir como virgen perpetua por vida en su matrimonio con San José. Por eso, según San Agustín, la Virgen María tuvo que preguntarle a San Gabriel: “¿Cómo puede ser esto?” Realmente, ¿cómo puede ser esto, si la Virgen María ya había hecho su voto de virginidad perpetua, lo cual cumpliría fielmente en su matrimonio virginal con San José por vida?
Por su parte, San Gabriel respondió a la pregunta de la Virgen María en la Anunciación revelándole que ella conservaría su voto de virginidad perpetua, pues concebiría y daría a luz virginalmente a Jesús, el Mesías, por una gracia singular del Espíritu Santo. De hecho, él le dice a ella: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por tanto, el niño que será [concebido y] nacido [de ti] será llamado santo, Hijo de Dios” (Lucas 1:3). Por lo que, según San Gabriel, ni San José ni ningún otro hombre sería el padre natural de este niño, el Hijo de Dios, que la Virgen Maria tendría virginalmente. Al contrario, sólo el Espíritu Santo, el poder del Altísimo, sería responsable de la concepción y nacimiento de Dios como hombre al descender sobre la Virgen María. Al hacerlo, se convertiría en la Virgen Madre de Dios. Por eso preservaría así perfectamente su voto de virginidad perpetua en su vocación materna.
Después de escuchar la Anunciación de San Gabriel, relatada en el Evangelio de San Lucas, la Virgen María respondió fielmente a su mensaje de que se convertiría en la Virgen Madre del Hijo de Dios. Al mismo tiempo, como una joven que ya había hecho su voto de virginidad perpetua años antes, la Virgen María inicialmente no estaba completamente preparada mental o emocionalmente para este mensaje. Como virgen perpetua, como la Siempre Virgen del Señor, ciertamente no anticipó que el ángel del Señor le anunciaría que concebiría y daría a luz un Hijo, especialmente después de que Él ya había aceptado su voto de virginidad perpetua años antes en el templo. En consecuencia, según San Lucas, la Virgen María no entendió fácilmente el mensaje de San Gabriel. También sugiere que ella tenía miedo. Sin embargo, después de escuchar el mensaje de San Gabriel de que recibiría del Señor la gracia de concebir y dar a luz un Hijo virginalmente por obra del Espíritu Santo, ella desarrolló una verdadera comprensión y la fortaleza para decir fielmente sí a esta vocación, tan difícil como esto pudo haber sido para ella. Al hacerlo, proclamó: “He aquí, soy la sierva del Señor. Hágase en mí según tu palabra” (Lucas 1:38). Así, San Lucas relata aquí el sí fiel de la Virgen María a la llamada que recibió del Señor para convertirse en Virgen Madre del Mesías, el Hijo de Dios (Lucas 1:38). De hecho, ella creía que Dios haría por ella lo que le era imposible a ella hacer por sí misma, porque nada era imposible para Dios (Lucas 1:37, 45). En conclusión, San Gabriel ayudó a la Virgen María a aceptar su vocación en el plan de Dios de convertirse en Virgen Madre de su Hijo (Lucas 1:30-35). Ella lo concibió virginalmente y lo dio a luz como Hombre por obra y gracia del Espíritu Santo, y el poder del Altísimo. Sobre esta base, en este Primer Misterio Gozoso del Santo Rosario del Evangelio de San Lucas, la Virgen María dijo fielmente sí a su Divina Maternidad Virginal en su Anunciación.
Hermano, al contemplar este Primer Misterio Gozoso del Santo Rosario, Dios mismo lo está llamando a abrirse a la verdadera alegría imitando el sí fiel de la Virgen María en sus circunstancias particulares. Es cierto que sus circunstancias pueden ser difíciles. De hecho, pueden parecer imposibles, tal como parecían inicialmente para la Virgen María. Sin embargo, todavía se abrió para creer plenamente en la Palabra de Dios, en el plan de Dios para ella, por difícil que haya sido para ella. La pregunta es esta: ¿Le está diciendo que no a Dios debido a la dificultad de sus circunstancias? Si es así, ore a Dios por comprensión y fortaleza para que pueda decirle sí a Él, con alegría, como lo hizo María.
En Cristo con Maria Santísima,
Fray Mariano D. Veliz, O.P.
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