
COMO IMAGEN PERFECTA DEL PADRE, ASI JESÚS AMA PERFECTAMENTE A SU HIJO
Queridos amigos, si tienen un hijo, especialmente un hijo pródigo o perdido, que tiene una orientación homosexual, recuerden que Dios lo ama. Como proclama el evangelista san Juan: “Dios es amor”. Este Amor, Dios mismo, se revela en la persona del Hijo de Dios, Jesucristo. De hecho, San Juan nos recuerda que Jesús dijo que no puede haber amor mas grande que de aquel que ofrecer su vida en sacrificio por sus amigos. Este es el amor fiel, el amor sacrificial, el que Él ofrece al Padre por sus amigos haciéndose hombre, sufriendo y muriendo para salvarlos. En este amor fiel, Jesús se revela como la imagen perfecta del amor del Padre, lo que significa que ama a Sus amigos perfectamente como los ama el Padre. Además, en la parábola del hijo pródigo, Jesús describe el amor fiel y perfecto de Dios Padre a través de la fidelidad del padre para con el hijo pródigo. Por muy pecador que sea el hijo pródigo, por muy mal que haya vivido su vida, su fiel padre lo ama perfectamente. Por lo que en esta parábola, Jesús está llamando al pueblo de Dios, especialmente a los padres, a amar fielmente a su hijo pródigo o perdido, como lo hace Dios Padre. Para Jesús, este amor fiel implica ofrecer misericordia al hijo perdido. De hecho, Él revela fielmente este amor misericordioso a los demás, especialmente a los perdidos, a lo largo de Su vida y ministerio. Por eso, como imagen perfecta del Padre, sabemos que El ama fielmente a su hijo,. Por el contrario, si Jesús, la imagen perfecta del Padre, no amara perfectamente a su hijo, como lo hace, no representaría perfectamente el amor del Padre. Sino que Él sólo imaginaría al Padre de manera imperfecta a través de un amor imperfecto. Y esto, por supuesto, sería completamente falso. Ya que, como Hijo perfecto del Padre, Él, de hecho, ama a su hijo perfectamente, como lo hace el Padre, por toda la eternidad, porque Él procede eternamente del Padre como Su imagen perfecta.
EL AMOR QUE JESUS, EL HIJO PERFECTO DE DIOS, TIENE POR SU HIJO ES INMUTABLE
Como resultado, el amor que Jesús tiene por su hijo nunca aumentará ni disminuirá ni cesará. Lo amará perfectamente para siempre. Esto significa que Él como Hijo del Padre es inmutable. Por un lado, Él es inmutable, porque no pasa de la potencia al acto, de una imagen imperfecta a una imagen perfecta del Padre. Por el contrario, Él ya es plenamente actual y perfecto en sí mismo. Por esta razón, como imagen perfecta del Padre, Él no está sujeto a la perfectibilidad, al hacerse perfecto asi mismo mediante la maduración. En este sentido, Él no tiene ninguna potencialidad en Él. Él es actus purus, pura actualidad. Por eso, Él no tiene que aprender nunca a amar perfectamente a su hijo, porque ya lo hace desde toda la eternidad. Por otro lado, como imagen perfecta del Padre, Él tampoco cambia, por corrupción, es decir, no está sujeto a volverse malo o imperfecto en sí mismo por corruptibilidad espiritual o moral. Como tal, Él nunca pecará al no amar perfectamente a su hijo. Por el contrario, como actus purus, acto puro, Él es incorruptible en Su amor, espiritual y moralmente, es decir, que como Hijo perfecto del Padre El amará a su hijo perfectamente por toda la eternidad. Por tanto, Jesús, imagen perfecta del Padre, es inmutable como amante, porque es inmutable como Dios. No puede ser perfeccionado ni corrompido. Basandonos en eso, nunca cuestione ni dude del amor perfecto e inmutable de Dios por su hijo. Puede que tenga una orientación homosexual, pero Dios todavía lo ama perfectamente. Siempre tendrá un amor perfecto por él.
COMO PADRES, ESTÁN LLAMADOS A IMITAR EL AMOR PERFECTO DE DIOS POR SU HIJO
Como padres, creados a imagen de Dios, ustedes están llamados a reflejar el amor perfecto de Dios por su hijo todos los días, amándolo fielmente a través de una vida de santidad. Este llamado a la fidelidad en el amor requerirá que maduren diariamente en su amor a Dios y a su hijo. Por supuesto, esto sólo se puede lograr profesando y viviendo el depósito pleno de la fe y la moral católicas, en particular la enseñanza de la Iglesia sobre la sagrada dignidad de la persona humana como imagen de Dios, incluyendo su llamado a vivir una vida santa y virtuosa. Al hacerlo, Dios los llama a ser prudentes, pacientes, misericordiosos y amorosos mientras enseñan y forman a su hijo para que viva su vida virtuosamente, como Dios quiere, a través de su testimonio, incluidas sus palabras y acciones. Esto implicará mucha oración, contemplación y penitencia. De hecho, Dios los llama a orar por la gracia de ser padres fieles y amorosos, pero también desea que oren por su hijo para que aprenda a ser fiel y amoroso.
COMO PADRES, DIOS DESEA QUE SU AMOR POR SU HIJO SEA INFORMADO Y GUIADO POR LA ENSEÑANZA DE LA IGLESIA
Al mismo tiempo, como ya se sugirió anteriormente, su llamado a amar fielmente a su hijo según la imagen del amor perfecto de Dios significa que su amor por él tendrá que estar informado y guiado intelectual y moralmente por las enseñanzas de la Iglesia sobre la orientación y actividad homosexual. La Iglesia enseña que la orientación homosexual en el ser humano no es un movimiento natural en él, pues no lo mueve ni lo inclina al bien y propio telos o fin de su verdadera felicidad humana, como imagen de Dios, ya sea natural o sobrenatural. Por el contrario, su orientación es un movimiento antinatural del apetito concupiscible que lo malforma e inclina en sus pasiones, su intelecto y su voluntad hacia un fin u objeto malo. De todos modos, este movimiento o inclinación antinatural precede a un acto moral de su voluntad, a una elección moral de su parte. En este sentido, la Iglesia no define la orientación homosexual como un mal moral, un mal acto de su voluntad, per se, sino simplemente como un movimiento que lo inclina de manera antinatural hacia un fin u objeto moral maligno. En particular, ese fin sería un acto homosexual que involucrara a otro hombre. Para la Iglesia, tal acto sería intrínsecamente malo, malo por naturaleza, porque iría contra la recta razón y la naturaleza, incluidas la gracia y la revelación divinas. Por lo que, bajo ninguna circunstancia un ser humano, incluido su hijo, puede actuar según su orientación homosexual mediante un acto maligno de su voluntad. Si lo hiciera, estaría actuando en contra de la voluntad de Dios. Además, no amarían fielmente a su hijo, como Dios quiere, si lo malforman con enseñanzas falsas, particularmente diciéndole la mentira de que vivir una vida homosexual esta bien o es moralmente bueno. Sobre esta base, Dios desea que su amor, como padres, esté debidamente informado y guiado por las enseñanzas de la Iglesia sobre la orientación y actividad homosexual.
LA ORIENTACIÓN HOMOSEXUAL DE SU HIJO ES UNA CONSECUENCIA DEL PECADO ORIGINAL, NO UNA CUALIDAD NATURAL DE LA CREACIÓN
Cuando Dios creó a su hijo, ciertamente no recibió su orientación homosexual de Dios como una cualidad natural o inclinación de su naturaleza humana . Dios no lo creó para ser homosexual. Por el contrario, la orientación homosexual de un hombre, incluida la de su hijo, es consecuencia del pecado original de nuestros primeros padres, Adán y Eva. Esta es una forma de concupiscencia. Por supuesto, aquí no hay ninguna culpa moral personal. Por eso, no puede ser juzgado ni definido correctamente como pecador, simplemente porque tiene una orientación homosexual. Después de todo, su orientación homosexual no es ni un acto moral ni un pecado. Por consiguiente, sólo sería moralmente culpable de un pecado homosexual si actuara voluntariamente de acuerdo con su orientación homosexual.
LA SAGRADA DIGNIDAD PLENA DE SU HIJO NO PUEDE REDUCIRSE A SU ORIENTACIÓN HOMOSEXUAL
Además, para la Iglesia, la persona humana, especialmente su hijo, tiene una dignidad plena que no puede reducirse única o principalmente a su orientación homosexual. Él mismo no es una orientación. Él es mucho más que una orientación. En efecto, ha recibido de Dios una dignidad sagrada plena, la dignidad de la imagen divina de Dios, como persona racional y libre. Por esta razón, por su racionalidad y libertad, tiene capacidad para Dios como imagen divina de Dios, lo que significa que puede conocer a Dios, amar a Dios y servir a Dios mediante sus buenas decisiones morales. Al hacerlo, se abre a la gracia de Dios para perfeccionar sobrenaturalmente su naturaleza humana. En este sentido, él no se perfecciona como ser humano por su orientación, sino por la gracia de sus buenas elecciones morales. Esta vida de gracia implicaría practicar plenamente las virtudes teologales y morales y los dones del Espíritu Santo, incluida la castidad, como hijo de Dios. Esto lo formaría y rectificaría intelectual, espiritual y moralmente para que pueda responder virtuosamente al movimiento antinatural de su orientación homosexual. Sólo esto lo prepararía para cumplir el fin último o la perfección de su plena dignidad sagrada como imagen de Dios: que seria llegar algún día a ser un santo en el Cielo.
NO SOLO EL AMOR PERFECTO DE DIOS BASTA PARA SALVARÁ A SU HIJO
Por muy grandioso que eso sería para su hijo, antes de que pueda llegar a ser santo o virtuoso, y eventualmente santo en el Cielo, primero tendría que aprender a amar a Dios como su Primer y Más Grande Amor. Por ello, está llamado a madurar en su amor a Dios, a lo largo de su vida, hasta alcanzar finalmente la plena perfección en el Cielo. Nadie puede llegar al Cielo solo porque Dios lo ama perfectamente. Tan perfectamente como Dios ama a su hijo, tan perfectamente como Dios amará a su hijo por toda la eternidad, su hijo nunca llegará al Cielo como un pecador mortal impenitente. Al contrario, sólo llegará al cielo si permanece en el amor de Dios. Como dice Jesús en el Evangelio: “Permanece en mi amor. Si permanece en mi amor, dará mucho fruto”. Sólo en el amor de Dios su hijo vivirá y morirá fructíferamente en preparación para ir al Cielo. Esta preparación implica también el abrir su corazón para recibir la justicia y la misericordia de Dios a través del arrepentimiento, si peca al actuar según su orientación homosexual. Esto quiere decir que la justicia y la misericordia de Dios estarán disponibles para él durante toda su vida, pero esto no es una licencia para actuar inmoralmente. Amar a Dios primero lo impulsará a prepararse para la bienaventuranza celestial mediante el arrepentimiento y una vida santa y virtuosa. Esta es la verdadera libertad, una libertad para la felicidad que lo perfeccionará en Cristo, imagen perfecta del Padre.
Finalmente, al prepararse para el cielo, Dios llama a su hijo a amar virtuosamente a su prójimo como a sí mismo en esta vida. ¿Está dispuesto a hacer esto? ¿Está dispuesto a aprender a amar y a sacrificarse, como el mismo Jesús, a través de la santa castidad? Esto implicará que su hijo evite las ocasiones cercanas de pecar con sus amistades haciendo elecciones morales buenas y prudentes que lo ayudarán espiritual y moralmente. Ruego a Dios para que esté preparado para hacer esto, pero ciertamente va a necesitar la ayuda de Dios, incluyendo la suya, para ser casto en el amor al prójimo, como todos.
En Cristo con María Santísima,
Fray Mariano D. Véliz, O.P.